Bienvenidos a Birmania o Myanmar, como prefieren llamarlo sus habitantes. Un viaje a Myanmar es un viaje en el espacio y en el tiempo. Como alguien escribió una vez: “Al llegar a Birmania desde Bangkok, hay que retrasar media hora las agujas del reloj y medio siglo la historia”, hasta tal punto este país ha conseguido ocultarse en el pliegue del tiempo quedándose en otra época. En cualquier rincón del país se respira el profundo aire sagrado de la filosofía budista en su rama ortodoxa o theravada, y la percepción de los conceptos de la vida y de nuestra existencia en este mundo, totalmente diferentes de los occidentales. Durante este viaje veremos los tímidos indicios de los cambios políticos y de la ligera apertura hacia la democracia en este país, que vivió bajo la dictadura militar durante varias décadas. Nos deslumbrarán las Pagodas Shwedagon Paya y Sulé en Yangón, que fueron el centro de la revuelta de los monjes budistas de hace unos años, conocida en Occidente, como “la revolución de color azafrán”, y nos impresionará la devoción de los fieles del Templo de Mahamuní Paya en Mandalay. Conoceremos la austera vida de los monjes budistas en los monasterios del país, la belleza de los pueblos situados alrededor del Lago Inle con sus jardines flotantes.Nos sorprenderán las cuevas de Pindaya, con miles de imágenes de Buda depositadas allí por los peregrinos, y nos quedaremos completamente enamorados de la belleza eterna de los templos de Bagán; con su espléndido Templo de Ananda y sus cuatro enormes estatuas del Buda severo y sonriente al mismo tiempo, probablemente el mejor Templo budista del mundo...